En el corazón del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las
Villas, en concreto en la Sierra de Cazorla se esconde este tesoro natural que son los Arroyos de Valdetrillos y Valdecuevas. Ambos arroyos separados únicamente por el Poyo de los Cepos tributan sus aguas al Arroyo de la Rambla que junto con el de la Garganta se transformarán en el de San Pedro el cual correrá presto a su destino: el bellísimo Rio Guadalentín.
Juanjo, el amigo fiel en tantas batallas, pateos y vida, el mufoncito 2001 (mi hijo) y yo quisimos adentrarnos en estos tesoros para sentir su belleza y regalarnos un magnífico día si bien éste terminó curiosamente en tormenta y por los pelos llegamos a la Nava de San Pedro para resguardarnos. Esto no restó nada a la experiencia, más al contrario, la intensificó pues ver como se transforma el monte antes, durante y después de una tormenta bien merece la pena.
Partimos una vez más de mi querida Nava de San Pedro y por la senda que se introduce paralelo al Arroyo de Valdetrillos lo seguimos hasta que nos desviamos a nuestra izquierda para investigar la cima de los Poyos de los Cepos. Desde allí pudimos divisar el Arroyo de Valdecuevas al que nos dirigimos vía el Barranco Oscuro, lugar áspero y duro como él solo pero lleno de vida como pudimos comprobar. Aun recuerdo el refrescante trago de agua con que nos recompensó por haber llegado hasta allí, surgido de entre las entrañas de la montaña, fría y pura como nunca...
Tras una necesaria parada continuamos camino por debajo del Puntal de las Palomas hasta encontrarnos con el curso del Arroyo de Valdecuevas, escaso de agua aún por estas fechas. A medida que lo remontábamos se nos hacía más difícil el paso pues la espesura de la vegetación y lo angosto del barranco, por el que circula el breve hilo de agua que se percibía débilmente, lo impedían. Así que decidimos tomar altura y remontar hasta la pista de Guadahornillos que discurría muy por encima de nuestras cabezas, en lo alto del barranco.
Desde allí nos dirigimos primero al Raso del Madrigal por las vistas del Arroyo que ofrece y posteriormente quisimos subir a la Cabeza de Tejo si bien unas preciosas nubes que crecían vertiginosamente en vertical sobre nuestras cabezas nos anunciaban que lo mejor era dejarlo para otro momento. Y así fue, no pasó mucho tiempo hasta que estas nubes se transformaron en otras del tipo "cumulonimbus congestus" y nos avisaron con sus rugidos que ya estaban prestas para arrojar su carga de vida sobre estas montañas que tras unos meses de estío ya demandaban casi con urgencia.
Sin prisa pero sin pausa descendimos en línea recta hasta la Nava de San Pedro no sin algún sobresalto producido por los rayos que de vez en cuando nos avisaban que las nubes se acercaban.... Pero llegamos justo para contemplar, bajo techo, el diluvio que a continuación se desarrolló .... No olvidaré el olor de la tierra mojada....
Casi 18 Km. de puro disfrute...
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Gracias por compartir mis recuerdos.
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