En su extremo más septentrional se alza un bello cerro que alcanza 1.424 metros, y justo a sus pies, aparentemente oculto en su ladera norte, se abre camino entre la piedra caliza un capricho natural que asombra a los sentidos: el "Ojo de Agua de los Perros" o "Piedra del Agujero", según los lugareños. No lejos de allí se ubica otra nueva sorpresa natural, la "Iglesia de Agua de los Perros", una cavidad de grandes dimensiones por la que se descuelga, a través de un orificio natural situado en su parte superior, el arroyo del mismo nombre.
El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, con 209.920 Ha, constituye el espacio protegido más extenso de España y el segundo Parque Natural declarado por la Administración Autonómica en el año 1986.
- Actividad: Senderismo
- Fecha: 03/03/2013
- Nombre: CABALLO DE LA ALBARDA. IGLESIA Y OJO DE AGUA DE LOS PERROS
- Sierra: Sierra de las Cuatro Villas (Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas)
- Comarca: Sierra de Las Villas
- Provincia: Jaén
- Posición Geológica Regional: Cordilleras Béticas - Zonas Externas - Prebético
- Distancia: 10 km
- Punto de Partida: Casa de Carrales de Abajo
- Circular: Si
- Caminos Homologados: No
- Itinerario: Casa Forestal de Carrales de Abajo - Nogal de Carralillos - Laguna de Carrales - Caballo de la Albarda - Ojo de Agua de los Perros o Piedra del Agujero - Iglesia de Agua de los Perros (techo de la cueva) - Los Abuelos - descenso al punto de inicio.
- Calificación Ruta: Excepcional ruta por la Sierra de Las Villas que busca, desde la Casa Forestal de Carrales de Abajo, aristear el Caballo de la Albarda pasando por sus dos cimas, Arzobispo y La Vilanera, y visitar el Ojo e Iglesia de Agua de los Perros, que se ubican en su extremo más septentrional. La ruta discurre por caminos y senderos evidentes salvo en el propio filo del Caballo, que se realiza a trocha. Ruta corta pero intensa y repleta de satisfacciones y emociones en uno de los corazones de esta fabulosa sierra.
- Recomendaciones: Esta ruta y en general el senderismo de montaña requiere una adecuada preparación física, una buena planificación previa de la ruta en el sentido de conocer a donde se va y por donde, una buena intendencia alimentaría y liquida (no confiarse nunca en que nos podamos encontrar fuentes) y desde luego ir provisto del material adecuado (prendas, calzado…). E incluso aspectos tales como la meteorología y el saber seleccionar la ruta según la época del año son importantes tenerlos en cuenta a la hora de acometer una ruta de montaña de manera segura y por ende satisfactoria.
Desde la Casa de Carrales el Bajo parte una bella senda que al principio en forma de camino nos sube de manera precipitada por el barranco que junto a un arroyo discurre por un bello paraje que reboza belleza y frondosidad. Ascendiendo fuertemente por el lado izquierdo del Arroyo entre vegetación de ribera, pinos y algunos frutales como cerezos, llegamos a un magnífico ejemplar de nogal, el de Carralillos. Algo más arriba existe una gran fuente abrevadero. Seguimos ascendiendo hasta que la pista se difumina pero aún nos permite entroncar con una vieja senda que por la izquierda del barranco nos lleva a coronar la parte más meridional de del Caballo de la Albarda, justo antes de incrustarse materialmente en la sierra madre: El Caballo Torraso.
Y también quiero aclara que aunque el Ojo, agujero claro que se abre en la recia pared rocosa que corona a la Albarda, en algunos mapas se registra con el nombre de Ojo de Carrales, no es correcto. Su nombre es el que pondré aquí desde ahora para delante. Ojo de Agua los Perros porque este es el préstamo que le hace el manantial, arroyo, barranco, cerrada y cortijo que hay en la ladera que mira al poniente. Es fácil equivocarse en los nombres de los lugares de estas sierras y más lo es cuando la información procede de fuentes jóvenes. Los nombres no están escritos en las rocas o árboles de estos parajes, sino en las mentes y corazones de aquellas personas que nacieron y vivieron por aquí. Muchos en aquellos tiempos y ni uno, en estos tiempos. Por eso se borra y se pierde tanto y lo que no, se desvirtúa por falta de interés.
Por este lado de la derecha, se nos presenta el morro de una cumbre rocosa. Se eleva mucho por encima del collado donde muere la pista y se cubre todo de roca blanca, árida y quebrada. Por aquí remonté yo y al coronar lo más alto de un picacho que tiene encima un punto geodésico, me quedé paralizado frente a la impresionante vista que desde ahí se domina. Todo el barranco del río Guadalquivir casi desde que éste sale del Embalse del Tranco hasta que se pierde por Mogón, la gran loma de la sierra de Beas al otro lado de este profundo surco del río y también la ancha loma de olivares por Villanueva del Arzobispo, Iznatoraf y Villacarrillo hacia Úbeda. Se ve toda la carretera que atraviesa la Sierra de las Villas desde que pasa por el arroyo Martín hasta que se pierde por el collado del Ojuelo y claro que se dominan con absoluta claridad los barrancos, laderas, cortados y cumbres que va atravesando. Para la izquierda, se dominan las altas cumbres de la gran cordillera que viene desde Cazorla hasta el muro del Embalse del Tranco y por la Sierra de las Lagunillas, todas las crestas que coronan a Prao Chortales, Almagreros, cueva Buena y los legíos que caen para el muro del pantano. Al otro lado, quedan las cumbres del Yelmo pero ya muy lejos y los olivares, cortijos, pueblos y aldeas que por eso lares existen.
La grandiosa panorámica que desde este punto se divisa, es de lo más gratificante por la belleza y los horizontes tan hondos que dejan ver. En este punto mismo existe una vieja construcción humana. Parece un refugio de vigilantes para incendios que vinieron a construirlo justo mismo a la parte más alta de las rocas donde se abre el Ojo de Agua los Perros. Una bonita ventana perforada en una vasta pared rocosa, por la erosión de las lluvias, los vientos y las nieves. Desde el pequeño collado donde se alza la construcción del abandonado refugio, sale como una senda y por el lado norte, va metiéndose por entre las trincheras de las rocas hasta que roza la enorme pared donde se abre la ventana del Ojo. Una pared de más de veinte metros de alta, por completo en vertical y clavada en lo más alto de este caprichoso morro rocoso. Se llega al ojo con toda comodidad y hasta se puede entrar por él y asomarse hacia el lado del cortijo de Agua los Perros. Desde él se ve la carretera asfaltada cuando esta avanza por el barranco del arroyo Agua los Perros, por el cortijo del Puntal y hasta se puede seguir toda la gran cuenca que va configurando el grandioso arroyo del Chillar. La enorme Sierra de las Villas, algo más allá de la cueva del Peinero, también se ven al fondo. Si el día está claro, todavía no se agota la panorámica. El ojo tendrá casi dos metros de diámetro y la circunferencia medirá unos diez o doce. Puesto de pie en el mismo centro, no se llega ni a la parte alta ni tampoco se pueden tocar los lados. Pero no es por completo redondo, sino algo ovalado. Mas sí sorprende la gran obra natural que los elementos han tallado en la pétrea montaña. No conozco yo en ninguna parte de las sierras de este espacio natural, una forma tan original, vasta y a la vez, bella. Desde cualquier lado que se le mire, toque o contemple, asombra por su pureza y a la vez, aspereza.
Desde este puntal del Ojo de Agua los Perros, agujero en la pura roca que se puede observar desde muchos puntos de la carretera asfaltada cuando se va por ella, me vine para el lado izquierdo. Desde la carretera y al pasar por el arroyo de Agua los Perros, se ve también una gran cavidad en forma de cueva y en el centro, se adivina como una chimenea. Me vine buscando a esta grandiosa cavidad llamada Iglesia de Agua los Perros y justo donde desagua la vaguada llana que nace en el collado donde se desdibuja la pista, me encontré el agujero. Una grandiosa roca caliza, toda blanca y pulida, que se presenta al borde mismo de donde el arroyo de la vaguada tiene que caer hacia el barranco de Agua los Perros. Por una grieta que presentaba esta maciza roca, se fue colando la corriente, sólo cuando llueve o nieva mucho porque la vaguada es de una cuenca muy escasa, y con el paso del tiempo, abrió el ancho agujero que ahora ahí existe. Lo observé despacio, con dificultad porque es peligroso asomarse por él y noté que tiene casi las mismas dimensiones que el Ojo de Agua los Perros. Algo más reducido pero no mucho. Y asomado por él, descubrí la enorme caída que el agua tiene desde que se mete por este agujero hasta que se estrella en las rocas que la gran cavidad tiene en su fondo. Sólo asomarse, en una posición por completo vertical con el cuerpo, se siente miedo. No es para menos y eso que este día no tenía agua. Desde la carretera asfaltada, no se ve este agujero aunque sí la ancha cueva que se hunde hacia el corazón de la roca por donde se abre.
Desde este punto mismo, al frente y algo más a la izquierda del airoso recodo que el arroyo Agua los Perros por aquí talla, se ve otra ventana tan grande o más que la del Ojo de Agua los Perros. Ella se presenta casi a ras de la llanura que tiene la Albarda por este lado. Quise continuar con la ruta y acercarme hasta ese punto, descubrirlo de cerca y luego, en lugar de volver por la pista, desde allí remontar el caballo de la Albarda y salir al camino de vuelta justo por donde la pista presenta una pequeña plazoleta llena de gamonitos, ya que termina de remontar el barranco del arroyo Martín. Pero desde el agujero o chimenea de la Iglesia de Agua los Perros, me viene para el collado recorriendo la preciosa llanura de la vaguada que se abre por este punto. Un perfecto césped de hierba fresca, muchas florecillas abiertas, redondas matas de tomillo graciosamente florecillas, cambrones, gamonitos y algunos pinos menores, me venían dando compañía. Y cuando llegaba al collado, por entre la espesa vegetación de hierba esmeralda, me encuentro una curiosa flor: la Fritillaria hispánica. Una especia de campanilla color verde marrón con rallas y por dentro algo amarilla, que sólo he visto dos veces en toda el tiempo que ando recorriendo la sierra. Por las cumbres que rodean al Embalse de Aguascebas y aquí."
"Los serranos de por aquí al Ojo de Aguas los Perros también le llaman la piedra del Agujero. A la de la iglesia le dicen el roto de la Iglesia."
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